El punto
Es la unidad más simple en comunicación visual, de forma básicamente redondeada, la más abundante en la naturaleza, si bien cualquier forma, a pequeña escala en una imagen, puede actuar como punto en un diseño visual.
El punto representa la unidad mínima de expresión, sin dimensión, tan sólo determina una posición en el espacio. Su tamaño no es importante, pero es pequeño por definición. Cualquier forma pequeña sobre un fondo relativamente grande actuará como punto. Su poder visual es grande, aunque sea único y aislado. Si hay varios y son de diferente tamaño, pueden crear medición del espacio y sensación de tridimensionalidad, de tamaño decreciente con la distancia. Cuando se utilizan varios puntos en una imagen, nuestra percepción los conecta, creando líneas y, por tanto, dirección, movimiento.
Cualquier punto tiene una enorme fuerza de atracción para el ojo, tanto si su presencia es natural como si ha sido colocado allí por el ser humano con algún propósito. Dos puntos constituyen una sólida medición del espacio, una referencia de distancia y profundidad. La densidad de los puntos en un diseño dirige la mirada y desplaza el peso visual hacia el lugar en que se encuentran, pueden desequilibrar al peso más sólido.
Cuando existe una conexión visual entre los puntos, pueden crear una línea y, por tanto, transmitir movimiento. La proximidad de los puntos crea tono y color, por ello son la base de la impresión de las imágenes. Los cuatro colores básicos aplicados a puntos dan como resultado la cuatricomía, el proceso de reproducción de imágenes por imprenta.
En Foundations of Art and Design, Alan Pipes nos refiere que: “Todo comienza con un simple punto”. Es muy aconsejable seguir este precepto a la hora de concebir un diseño visual, entendiendo como punto el elemento de máxima atención. ¿Dónde emplazaremos la forma que canalizará nuestra atención al primer golpe de vista? Es un buen comienzo.
El uso del punto ha sido muy profuso como soporte en determinadas etapas del arte, incluso clásico, como los mosaicos romanos, los tapices, en estilos como el puntillismo e, incluso, en las obras de artistas modernos.
En fotografía resulta fundamental la comprensión de que las formas pequeñas (no necesariamente circulares) funcionan visualmente como puntos, cuyo poder de atracción es grande, por lo que debe cuidarse extremadamente dónde los posicionamos.
Debemos utilizar el punto como elemento para:
– Estructurar la imagen. Permite equilibrar el peso visual de las formas. Un punto puede compensar una forma de importancia, como un triángulo, un eje o estructuras más complejas, ya que es una formulación muy poderosa. Para ello debe posicionarse opuesto al peso que se quiere compensar.
– Crear dirección y movimiento. Con varios puntos se crea una continuidad visual al percibirlos en relación entre sí. De esta forma, podemos dirigir la mirada y forzar la circulación de la vista por la imagen de una forma determinada. La formulación más empleada suele ser en el punto de fuga de una perspectiva, reforzando la direccionalidad de las líneas de fuerza.
– Medir el espacio y crear profundidad. El punto se relaciona sobremanera con el espacio y su dimensión relativa depende de la proporción de ambos. Permite crear una referencia visual que nos permita tener una percepción del tamaño y la escala. En algunos cuadros de Degàs la dimensión del paisaje se logra ubicando varios pequeños puntos (personas) que lo dimensionan. Mediante puntos decrecientes en la distancia se crea sensación tridimensional, de lejanía en el plano vertical. Incluso un planeta con una enorme masa puede ser un punto si está rodeado de una gran porción de espacio. No importa el tamaño de un sujeto, rodeado por el espacio aparecerá pequeño, como un punto. Así, el punto se relaciona sobremanera con el espacio y su dimensión relativa depende de la proporción de ambos.
En cuanto disponemos de dos elementos o puntos nos vemos limitados en la manipulación de la escala y dependemos del posicionamiento de ambos en la tercera dimensión. Autores como Georges Seurat o Alan Baker basaron muchas de sus obras en puntos, cuya proximidad creaba densidades que se aprecian como tonos.