El uso de filtros resulta indispensable cuando afrontamos con seriedad la fotografía de paisaje. Esto no quiere decir que todas las fotografías de paisaje que vayamos a realizar precisen del uso de un filtro, sino que determinadas imágenes ganan en calidad técnica o estética o simplemente son realizables gracias al ajuste de contrastes que permite el uso de un filtro degradado, por ejemplo. Para un fotógrafo es importante mantener actualizada la variedad de filtros que precisamos para realizar nuestro trabajo.
El porqué del uso de filtros incluso en fotografía digital se basa en la aplicación de un proceso fotográfico tradicional en la búsqueda de determinados resultados, en el conocimiento para el momento de la toma de cómo utilizar nuestro equipo con el fin de obtener una imagen mejor, y por supuesto, en la obtención de unos efectos y calidades en algunos casos imposibles de obtener mediante procesos posteriores. Disponer de una imagen acabada, sin necesidad de retoques informáticos posteriores, nos permitirá acceder a participar en concursos de prestigio, publicar en las iniciativas más exigentes… y, sobre todo, considerarnos como verdaderos fotógrafos.
Los filtros de calidad no son baratos, ni fáciles de conseguir. Disponer de los indispensables, con una calidad razonable, puede costarnos una cifra bastante elevada. La elección del sistema suele ser un asunto complejo precisamente por la escasa accesibilidad a probarlos. La mayoría de ellos solo se obtienen bajo pedido, de forma que disponer de nuevos modelos supone asumir una cierta cantidad de riesgo. Nuestro esfuerzo debe encaminarse a conocer cómo se aplica un filtro de forma correcta, en qué condiciones puede estar justificado su uso y qué efecto sobre la imagen final podemos conseguir con cada uno de ellos.
Un filtro protector
Hace ya mucho tiempo las lentes frontales de los objetivos se fabricaban con cristales muy frágiles y sin baños protectores, con lo que cualquier limpieza algo entusiasta de la lente con polvo o arena sobre ella daba como resultado una serie de finos arañazos. La solución que se adoptó parecía muy lógica: utilizar un filtro UV que filtrara las radiaciones ultravioletas y además protegiera la lente de esos desgastes continuos. Este legado histórico del uso de un filtro protector perjudica muchas de las imágenes tomadas en la actualidad con buenas ópticas.
Los objetivos modernos utilizan cristales de gran resistencia y tratamientos en forma de baños protectores. Por ello, es muy difícil rayar o dañar la lente frontal de una óptica moderna. Además, los tratamientos de las lentes e incluso el cemento fijador filtran la radiación ultravioleta. El uso de estos filtros no tiene ningún sentido salvo en contadas ocasiones.
¿Qué ocasiones son estas? Cuando trabajamos en las proximidades del mar, con salpicaduras continuas, en condiciones ambientales duras de polvo, arena, lluvia, cenizas volcánicas, nieve o granizo, o bien si precisamos aplicar alguna sustancia para fotografía artística (vaselina, aceite…).
Irónicamente, cuanto mejor es un objetivo, menos deseable resulta colocarle un filtro delante, aunque tenga tratamiento multicapa en sus dos superficies. Los objetivos de calidad están diseñados para obtener imágenes contrastadas y libres de distorsiones y la adición de una lente puede perjudicar su calidad en mayor o menor medida. En cada una de las imágenes que tomamos, cada día que fotografiamos, el filtro “protector” nos está restando calidad. Una variedad de efectos conocidos como flare, blur y ghost pueden producirse cuando algunos rayos de luz quedan atrapados rebotando entre la lente frontal del objetivo y la parte trasera del filtro, dando como resultado una pérdida de contraste, aberraciones, alteración del color… además de un posible viñeteo.
Aunque, si eres adicto a este tipo de filtros para su uso como “protectores” debes adquirir los de mejor calidad, especialmente aquellos tratados con la nueva tecnología de tratamiento MRC Schneider-Kreutznach. Los filtros B+W tienen una capa de Siloxan que repele el polvo y el agua, muy interesante para trabajar bajo la lluvia.
Como conclusión: utiliza solo uno o varios filtros cuando sea necesario, en busca de un efecto o resultado concreto. Y si utilizas un filtro como protector, entonces quítalo cuando estés fotografiando y desees la máxima calidad, de la misma forma que harías tras una ventana si pudieras abrirla.
Una postura muy errónea es la de fotografiar pensando en que posteriormente todo puede hacerse mediante retoques con el software adecuado. Hay efectos de determinados filtros que no se obtienen de ninguna forma en el ordenador. Y aquellos que pueden ser emulados pueden degradar el archivo original, perdiendo calidad en el mismo, además de invalidar la imagen para publicaciones en medios exigentes (revistas como National Geographic, Rick Range y otras en número creciente) y concursos de prestigio, donde suelen exigir el RAW para comprobar hasta qué punto la imagen ha cambiado con respecto a su captura.
Sistemas
A la hora de comenzar a trabajar con filtros debemos informarnos bien sobre los sistemas y novedades que nos ofrece el mercado con el fin de elegir el más completo, versátil y que nos permita satisfacer nuestras necesidades más frecuentes. Adquirir una considerable gama de filtros, con su correspondiente portafiltros y anillas requiere de una inversión nada despreciable, por lo que debemos afinar la elección del sistema y de los filtros que vamos a adquirir.
Entre la variedad de filtros que nos pueden resultar de utilidad tenemos las siguientes variedades en función del modo en que se aplican:
- Filtros circulares que se enroscan en la parte frontal de la óptica.
- Portafiltros para filtros de gelatina o cristal que se enroscan en la parte frontal de la óptica.
- Filtros circulares que se colocan a presión.
- Filtros circulares ubicados en la parte trasera de un objetivo, sobre un portafiltros que lleva incorporado, como en el caso de algunos angulares extremos y teleobjetivos.
Es muy frecuente en la experiencia de un fotógrafo haber trabajado primero con filtros circulares de rosca por su frecuente presencia en el mercado y comodidad de uso. Son filtros de cristal de alta calidad y con una considerable variedad: enhancer, polarizadores, degradados, de densidad neutra… Disponer de los más elementales puede ser suficiente para el fotógrafo eventual de paisaje. Sin embargo, si vamos a profundizar en esta materia, es conveniente que dispongamos de un sistema que supere las limitaciones de estos filtros:
- Si tratamos de combinarlos, con mucha probabilidad ocasionarán viñeteo en las esquinas de la imagen resultante, especialmente en una óptica gran angular.
- Por otra parte, no podemos desplazar los filtros degradados arriba y abajo, con lo que nos condiciona mucho el encuadre a realizar.
Un buen sistema de filtros para fotografía especializada en paisaje se basa en un portafiltros que se emplaza en la parte frontal de las ópticas. Una anilla o aro del diámetro adecuado se enrosca en la parte frontal del objetivo y sujeta el portafiltros. Este suele ser de plástico o metal y tiene varias ranuras para alojar filtros de forma cuadrangular, que se intercambian y combinan. Los mejores sistemas tienen un adaptador para poder montar un polarizador o filtro de densidad neutra de forma circular enroscado y poder así combinar su efecto con uno o varios de forma rectangular.
En ambos casos, es recomendable adquirir anillas o monturas slim, o finas, que permiten su uso con angulares sin viñeteo. Siempre es preferible el uso de filtros de cristal por su mayor calidad y durabilidad. Es mejor que tengan un tratamiento multicapa, HMC, con varias capas de tratamiento. Los filtros de cristal son difíciles de conseguir y, además, hay algunos filtros esenciales no disponibles más que en gelatina.
Degradados
Los filtros degradados se utilizan para equilibrar contrastes en la escena. No es posible obtener detalle en el primer término en un contraluz de una puesta de sol, sin utilizar el flash, salvo que rebajemos el contraste del cielo, las altas luces, entre dos y cuatro diafragmas, dependiendo de su intensidad. Tal es el efecto de un filtro degradado: oscurecer más unas zonas de la imagen que otras para que queden dentro de nuestro rango dinámico.
Se utilizan mucho para oscurecer el cielo en contraluces, en días nublados y en algunas condiciones de luz en las que nuestro gusto personal requiere rebajar el contraste. En algunas ocasiones, empleo los filtros degradados para oscurecer más el cielo en algunas fotografías nocturnas.
Los filtros degradados pueden definirse en función de:
- Su color. La parte degradada puede ser gris (degradados neutros) o bien de color, de una amplia gama disponible.
- Su densidad. La parte degradada puede restar más o menos luz. De esta forma se clasifican según los diafragmas de luz que reducen.
- El acabado del degradado. Los filtros degradados soft funden más lentamente el efecto degradado, mientras que los hard lo hacen de forma más brusca. En general, se utilizan con mayor frecuencia en la naturaleza los soft, aunque a nivel del mar es posible que un hard pueda dar buen resultado.
El filtro no siempre se aplica con su parte tintada en el cielo, también puede servirnos para calarlos al revés y oscurecer el agua blanca de la parte inferior de una cascada o la nieve brillante en primer término en un día soleado. Es muy relevante en el aspecto final de la imagen cómo calamos el filtro, dónde ubicamos la parte tintada y cómo lo hacemos. En ocasiones, parte de la zona superior del encuadre puede estar ocupada por algún elemento y entonces el filtro debe calarse de forma más sutil, inclinándolo para que afecte más a la zona cuya luminosidad queremos rebajar. Debemos extremar las precauciones, mirando el aspecto del encuadre por el visor al calar más o menos el o los filtros y de forma más o menos inclinada.
Entre los degradados de color de uso más frecuente están el malva y el twilight, filtros que permiten teñir ligeramente el cielo nublado. Los filtros degradados azules, más bien claritos, permiten saturar el azul cielo para obtener imágenes de aplicación en publicaciones turísticas. El filtro color tabaco ha sido muy utilizado para los amaneceres y atardeceres, pero yo ni siquiera lo tengo en mi estuche de filtros, casi todos ellos son de efectos sutiles que permiten reforzar una sensación visual que la cámara no consigue captar, no para falsear una escena. Sin duda, proporcionalmente su uso es muy reducido frente a los degradados neutros.
El filtro degradado inverso está diseñado especialmente para ser utilizado en la costa, en contraluces fuertes de amanecer o atardecer. La mitad inferior es transparente, en el centro hay una banda que resta entre 1 y 5 diafragmas según el modelo, que degrada suavemente en la mitad superior. Su uso a nivel del mar es casi imprescindible para obtener imágenes únicas. Su uso comienza cuando el sol está próximo a la línea de horizonte hasta varios minutos después de haberse puesto. La banda central debe ubicarse en la zona más luminosa del horizonte, afectando ligeramente a la línea de horizonte para obtener efectos más naturales.
Aplicar los filtros
Lo más importante respecto al uso de los filtros es conocer bien sus efectos para saber cuándo deben ser empleados. Nuestro gusto personal nos llevará a buscar resultados naturales, respetando la realidad de la escena, pero superando las limitaciones del equipo en cuanto a rango dinámico, a velocidades de obturación, etc.
Debemos considerar que un buen uso de los filtros puede ser aquel en que precisamente no se aprecie su utilización. En ocasiones, he visto imágenes en las que los filtros han exagerado demasiado un determinado efecto (la oscuridad del cielo, por ejemplo), o bien su efecto se extiende por zonas del encuadre donde no es deseable que se aprecie; de cualquier forma, es una cuestión muy personal y de gustos.
En muchos casos, el uso de los filtros requiere de una gran atención sobre cómo se visualiza su efecto y, en el caso de los degradados, hasta dónde debemos calarlos. En ocasiones, encontraremos dificultades para aplicarlos cuando tenemos un horizonte irregular o con elementos altos que destacan sobre él. En tal caso, debemos recurrir a utilizar varios degradados en combinación con el fin de atenuar el efecto uniforme de uno solo, que se haría muy evidente y oscurecería, además del cielo, esos elementos que se alzan hasta la parte superior del encuadre. Las combinaciones de filtros entrañan un mayor riesgo y es entonces donde hay que extremar las precauciones. Resulta útil apreciar su efecto por separado y luego ubicarlos cuidadosamente hasta el punto de encontrar su posición adecuada en el portafiltros considerando la escena del encuadre.
El portafiltros permite también ser girado sobre su anilla, por lo que podemos inclinar los filtros en ángulo y adaptarlos al perfil de una ladera, por ejemplo.
En su aplicación los filtros deben estar cuidadosamente limpios y libres de rayas, bien transportados en una cartera especial, de forma que se conserven adecuadamente y que sea fácilmente identificable su ubicación para el uso inmediato. Una cartera de filtros permite transportar un buen número de ellos de forma ordenada y protegida, y resulta una buena adquisición.
Los problemas más comunes en su uso y la forma de evitarlos se abordan en cada tipo de filtro.
Polarizadores
El polarizador es uno de los filtros más utilizados. Su efecto permite contrastar la escena, oscurece el azul del cielo, aclara las nubes y elimina los brillos de superficies no metálicas, como el agua o el cristal, por lo que también satura los colores. Actúa absorbiendo una de las longitudes de onda que componen la luz, por lo que su efecto se aprecia solo en determinadas ubicaciones con respecto a la fuente de luz. Con la fuente de luz a nuestra espalda o de frente no se observa polarización, que alcanza su mayor grado con la luz lateral.
Se utilizan los polarizadores circulares porque se puede regular su efecto y además permiten el funcionamiento del sistema de autoenfoque. Con el uso de un gran angular debemos prestar una especial atención a la posición del polarizador. En ocasiones, su efecto es muy discontinuo en la escena y acentúa el contraste entre las zonas claras y oscuras. También se da el caso de que crea una zona curva muy oscura en la parte superior de la imagen de aspecto muy poco natural. Regulando su acción a niveles intermedios obtendremos seguramente el efecto deseado.
Su efecto no sería deseable, por ejemplo, en situaciones de alto contraste, que ya exceden de por sí el rango dinámico de nuestra cámara. Como ejemplo más evidente puede ser un paisaje nevado con elementos oscuros, como árboles, o el cielo. Dado que el polarizador contrasta más la escena no lo utilizaremos cuando esta ya sea de por sí contrastada, con altas y bajas luces cuya información nos pueda quedar fuera del histograma, excediendo el rango dinámico de trabajo, salvo que persigamos un efecto concreto.
El polarizador Gold-N-Blue tiene un efecto bastante poco natural sobre la escena, pero que permite fotografiar con colores saturados cuando la luz no es especialmente adecuada. Debe ser utilizado con bastante precaución y criterio, y debemos siempre advertir de su uso en una imagen, dado que los colores obtenidos pueden ser inusuales. Actúa distribuyendo de forma variable un color dorado y otro azul por la escena conforme giramos el aro del filtro.
También hay polarizadores como el intensifyer polarizer que satura mucho los colores presentes en la escena. Su uso en fotografía de naturaleza también está muy limitado.
Enhancer
El filtro enhancer está fabricado con un elemento que no se encuentra en nuestro planeta, el didimio. Este cristal procede de material espacial que penetra en nuestra atmósfera. Su aplicación permite realzar los colores cálidos alterando poco o nada el resto de la paleta cromática. Un filtro de uso aconsejable en amaneceres, atardeceres y en la fotografía de paisajes otoñales. También se comercializa con el nombre de redhancer o intensifyer.
Su uso puede estar desaconsejado cuando la escena tiene ya de por sí una temperatura de color bastante cálida, entonces el enhancer convierte los amarillos y anaranjados en rojos y su efecto puede ser exagerado, aunque depende mucho de los gustos personales.
Densidad neutra
Es un filtro sin efecto sobre el color, uniforme en su superficie, que permite reducir la cantidad de luz que atraviesa la lente. En la actualidad hay varios tipos de estos filtros, incluso uno de intensidad variable que resta hasta 8 diafragmas, si bien tiene un gran grosor de montura que lo hace difícil de manejar sin viñeteos. Conviene que tenga como mínimo 3 diafragmas.
Al reducir la intensidad de luz, el filtro de densidad neutra nos permite bajar la velocidad de obturación en caso de ser preciso. Si llegamos a una cascada por ejemplo, en horas crepusculares, probablemente no necesitemos el uso de este filtro, pero si la descubrimos a las cuatro de la tarde de un día nublado y queremos alargar la exposición el máximo tiempo posible, lo necesitaremos.
El filtro de densidad neutra nos permite enfatizar el movimiento de elementos dinámicos, como el agua, las nubes, un animal en movimiento… El agua de un arroyo o del mar a determinadas velocidades se plasma de forma muy diferente, estática, como líneas blancas de distinta longitud, como una niebla… Las combinaciones más frecuentes de este filtro se hacen con degradados, ya sea el gris, el malva o un inverso, en el caso de incluir una porción de cielo y ser necesario su uso.
En el caso de emplear un filtro ND de más de seis diafragmas, el enfoque y encuadre se realizan sin el filtro, que debe ser aplicado después.
Filtros de color
Los filtros de color siguen siendo de utilidad en la fotografía con película, mientras que con la cámara digital suplimos su efecto con el control del balance de blancos. Los más utilizados son el 81 b y c, cálidos, para compensar la dominante fría de un día nublado o un detalle ubicado en sombra, así como el 80 b y c, para crear una atmósfera fría y nocturna. Además, se utilizan con frecuencia los filtros de conversión de color de diversas fuentes de luz a luz blanca.
Para la fotografía en blanco y negro se utilizan filtros de color que incrementan el contraste. Según el color del filtro, se atenúan los objetos de su mismo color en el encuadre y se realzan los complementarios. Los más empleados en fotografía de naturaleza son:
- Filtro amarillo: consigue contraste suave entre cielo y nubes, crea tonos naturales.
- Naranja: satura rojos y amarillos, mayor contraste que el amarillo.
- Rojo: el de mayor contraste, muy utilizado en paisaje y en fotografía infraroja.
Otro uso de los filtros de color se obtiene cuando los aplicamos al flash. Son filtros especiales y calibrados que se acoplan al cabezal del flash y que permiten alterar su temperatura de color. De esta forma, podemos combinar la temperatura de color ajustada en la cámara con la que proporciona el flash filtrado.
Efectos
Los filtros de efectos apenas son utilizados en la fotografía de naturaleza, aunque puede haber excepciones. Dada la frecuente aplicación de los filtros en la fotografía de paisaje, debemos estar al día de las novedades que pueda introducir nuestro sistema u otros compatibles.
No hace mucho que los filtros de niebla, los filtros en banda (strip) y otros filtros interesantes aparecieron en el mercado. La decisión sobre su uso es también muy personal y en consonancia con el tipo de trabajo que realicemos y su fidelidad con la realidad. Depende en gran medida de la creatividad y libertad con que queramos plasmar nuestras percepciones.
Cuidado y mantenimiento
El transporte de los filtros debe hacerse de forma adecuada, en estuches que aseguren su protección, especialmente en el caso de los filtros de cristal. Los individuales de rosca pueden guardarse en cajas rígidas, que aseguran su integridad frente a impactos. Es también el caso de los filtros rectangulares o cuadrados de cristal. Sin embargo, los de gelatina son más resistentes a la rotura (que no al rayado) y puede ser muy práctico llevarlos en un estuche correctamente identificados y limpios para su rápida utilización. Es conveniente que el estuche lleve una etiqueta con nuestro nombre y datos para que nos puedan ser devueltos en caso de pérdida.
Con respecto a la limpieza, aquí es donde debemos extremar las precauciones, ya que es en estas tareas cuando se producen los daños a las lentes y filtros. Un primer soplado a presión permite eliminar las partículas de arena y polvo para evitar arañazos y rayas en la posterior limpieza de grasa o salpicaduras. Tras probar con paños de algodón y con tissues de celulosa, finalmente utilizo paños de limpieza de gafas de buena calidad y sólo utilizo líquidos en caso de necesidad. Las limpiezas de emergencia sobre el terreno son especialmente peligrosas para la integridad de los filtros, por el inherente riesgo de caída en su manipulación y de rayado al ser frotados sin eliminar bien las partículas abrasivas.
Los filtros de cristal son más resistentes y tienen una vida media mucho más larga que los de resina, que no tardan en mostrar síntomas de un uso intensivo, con los bordes marcados por las ranuras del portafiltros y algunas zonas erosionadas de aquellas limpiezas menos cuidadosas.
Si solemos fotografiar empleando sustancias que impregnan las lentes de objetivos o bien los filtros (vaselinas, aceites…), no debemos aplicarlas sobre aquellos que sean de gelatina, ya que se infiltra en sus poros, imperfecciones y rayaduras, viéndose muy afectada la calidad de la imagen.
Mi experiencia
En la actualidad, todas las lentes que utilizo en fotografía de paisaje tienen un diámetro de rosca de 77 mm. Es algo que suelo valorar a la hora de elegir una óptica, aunque en absoluto es fundamental en mis decisiones. Por ello no preciso utilizar roscas adaptadoras del diámetro frontal de la lente, me basta con una de 77 mm slim (fina) para prevenir el viñeteo.
Entre las diversas marcas de filtros disponibles están Cokin, Cromatek, Tiffen, Lee, B+W, Hoya, Singh Ray, Rodenstock y Heliopan. Después de trabajar con el sistema Cokin durante un par de años, probé el sistema Lee, que es el que utilizo en la actualidad.
En un primer acercamiento, trabajé con filtros Tiffen de cristal y monturas de rosca, circulares. Utilicé el sistema Cokin P de portafiltros y varios filtros cuadrados de cristal y gelatina durante un año, y le encontré serias limitaciones en su manejo y calidad.
El portafiltros Lee tiene unas dimensiones generosas que permiten un correcto posicionamiento del filtro y el uso de varios filtros a la vez, sin problemas con el viñeteo. Los filtros que alojan son de mayor tamaño y forma rectangular. Conviene dejar hasta tres ranuras para la combinación de filtros, aunque lo más frecuente es utilizar uno solo. Además, permiten enroscar mediante un accesorio un filtro circular de 110 mm de diámetro (polarizador o densidad neutra) directamente en el portafiltros y combinar su efecto con los rectangulares.
Yo suelo utilizar los filtros degradados (normales e inversos) soft de dos a cuatro diafragmas. El intermedio de tres diafragmas es una buena elección si solo vamos a adquirir un filtro.
Entre los filtros de rosca de 77 mm que todavía utilizo, con lentes de cristal, están el enhancer, dos polarizadores circulares idénticos (uno de repuesto), y dos filtros de densidad neutra, uno de tres y otro de ocho diafragmas. Son de marca B+W y montura slim.
Aparte quiero considerar aquellos filtros que he ido adquiriendo para ver su efecto y mostrar en los cursos que imparto, si bien no utilizo más que en muy contadas ocasiones. Uno de ellos es el polarizador Gold-N-Blue, circular y de cristal, de la marca Singh Ray, y el otro es un filtro de efecto niebla, el Mist Grad de Lee. Resulta recomendable mencionar su uso en los campos IPTC de aquellas imágenes en las que los empleemos.