“Búscame donde puedas encontrarme. Te hablo a través de la mudez, de la pena y el dolor, con toda la expresión que soy capaz, pero ¿me escuchas?”.Arne Johnsson
La majestuosidad de un paisaje, una escena mágica a la par que fugaz en las calles de una ciudad, el retrato de una personalidad magnética, las texturas de unas llamativas rocas, las caprichosas formas que dibuja el agua… Una persona apasionada por la fotografía tiene infinidad de imágenes con las que obsesionarse, todo un repertorio de técnicas que adquirir para captarlas con destreza y multitud de conocimientos compositivos que estudiar para llevar la estética a la excelencia. No obstante, más tarde o más temprano, el hecho de ser meros coleccionistas de imágenes puede quedársenos pequeño. El trabajo en series fotográficas suele ser la primera puerta que abren quienes quieren algo más. Sin embargo, ese juego de agrupar imágenes con una temática y una plástica compartidas también puede llegar a quedársenos corto. Esto suele llevarnos a llamar a otra puerta: la de los proyectos fotográficos personales. Y es que trabajar en proyectos es expandir la fotografía y romper nuestros límites como creadores; es transformar el fin en un fértil comienzo, poniendo las imágenes al servicio de una idea, de un concepto, de una intención.
En la fotografía contemporánea, esta forma de creación está muy desarrollada, puede que incluso haya llegado a convertirse en una moda. Y, como todas las modas, ha llevado a la gente más esnob a límites ridículos. En el otro extremo, se encuentran los círculos mayoritarios de la fotografía de naturaleza, que, debido a su encierro en sí mismos, están evolucionando a un ritmo más lento del deseable. En estos círculos, es poco habitual encontrarse con proyectos de autor y los pocos que se encuentran pecan, normalmente, de inocentes y superficiales. En su mayoría son ejemplos que, desgraciadamente, se quedan muy lejos de otros como The Creation, de Ernst Haas, concebido hace ya cincuenta años.
El fotolibro que hoy os queremos recomendar no es tan añejo como el de Haas, pero, aunque cueste creerlo, ya tiene veinte años. Jan-Peter Lahall es un fotógrafo de naturaleza sueco que no sería muy conocido en nuestro país si no fuera por nuestro amigo y maestro José Benito Ruiz, quien afirmó que este sería el libro que salvaría si su biblioteca se incendiara. Desde entonces, mucha gente ha querido hacerse con un ejemplar.
Nuestro grupo siempre ha tratado de fomentar las sinergias entre las distintas disciplinas fotográficas y las distintas artes. I have seen es una muestra más de la importancia de dicha sinergia. Y es que este magnífico proyecto no ha sido concebido tan solo por el indudable talento de un fotógrafo de naturaleza como Jan-Peter Lahall, sino que sus reveladoras imágenes se han elevado al ser acompañadas por los hondos textos poéticos del escritor Arne Johnsson, mientras que Carl-Johan Ekberg se ha encargado de fusionar todo esto en una brillante labor de edición.
El libro comienza con una doble página que muestra un texto de Lahall y otro de Johnsson:
En la página siguiente, tan solo una palabra sobre fondo blanco: “Vacío”.
A partir de aquí, comienza una excelsa sinfonía de fotografía y poesía que nos lleva a un camino hacia abajo por un imaginario que nos sumerge en el barro para encontrar las raíces, que nos descubre los pequeños fragmentos que revelan lo universal, lo transitorio, la muerte que hay en la vida y la vida que hay en la muerte; las transformaciones de la luz en imágenes dentro de la mente del poeta, imágenes más allá de la esfera del ojo.
En I have seen encontramos imágenes que se conectan para mostrarnos las conexiones del cosmos, imágenes que crean microrrelatos, microrrelatos que a su vez sugieren un mensaje común. Lo cierto es que la fotografía siempre será polisémica; el mundo interior de la persona que observa la obra es tan importante como el de la persona que la ha creado. Un magnífico círculo de creación y recreación que ensalza el arte. Este proyecto despertará emociones diferentes a diferentes personas, pero posiblemente todas tengan algo en común: el sufrimiento.
Lo cierto es que a estas fotografías de Lahall les van tan bien los textos de Johnsson como les podrían ir los de Cioran o los de Schopenhauer, pues nos hablan desde un cada vez más necesario pesimismo filosófico. I have seen nos pone delante de un profundo espejo cargado con la insoslayable oscuridad del sufrimiento, para que podamos encontrar una luz interior, nuestra propia luz.
Al final, tan solo “Silencio”.
Grupo Alma Natural. Octubre de 2021