La berrea del ciervo ibérico por Rubén Sánchez Pérez

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La berrea del ciervo ibérico, un espectáculo natural y único. Un atrayente turístico y fotográfico

El ciervo ibérico (Cervus elaphus) es el mayor de los cérvidos existentes en la península ibérica, con un peso que puede llegar a superar los doscientos kilos.
Puede encontrarse en gran variedad de hábitats de toda la Península, desde los sistemas montañosos, a los bosques densos o las dehesas. En España, es posible ver ciervos en Picos de Europa, cordillera cantábrica, Sierra de la Culebra, sierras de Castilla-La Mancha y sierras y dehesas de Extremadura y Andalucía, por citar algunas zonas.

Por norma general, su pelaje es de un color marrón tirando a «rojizo», salvo en la zona del vientre, donde muestran un color más claro, y en la zona anal tienen un «escudo» blanco muy característico de los ciervos

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Las cuernas son de naturaleza ósea y las llevan desde el primer año de vida; las renuevan anualmente, en marzo-abril, en un proceso conocido como desmogue. Debido a su gran aporte de minerales y de calcio, las cuernas caídas se las suelen comer las hembras que se encuentran en la fase final del proceso de gestación, pero también los propios machos, para reponer el enorme gasto energético que supone el desmogue. Poco tiempo después, por lo general en junio, ya muestran unas cuernas cubiertas de una ligera capa llamada borra, que eliminan chocando las cuernas contra árboles y otras superficies. A partir de los 3-4 años, las cuernas presentan ya su composición completa, con luchadera, contraluchadera, candiles y otras puntas, además de la roseta. La finalidad de las cuernas es ayudar al ciervo a competir con otros machos durante la época de celo, la berrea, a comienzos del otoño. Además, según un informe del CSIC, «el tamaño y la complejidad de la cornamenta de los ciervos guarda una relación directamente proporcional con su fertilidad, indicando a las hembras cuál es el ejemplar más fértil».

Su alimentación suele consistir en hojas, pasto, pequeños arbustos y, en ocasiones, cultivos. Normalmente, allí donde la presencia humana es notable, sus hábitos son nocturnos, con una pequeña excepción en la época de celo, cando muestran una mayor actividad a la puesta de sol y al amanecer. En sitios con menos presencia humana, sus hábitos pueden ser diurnos.

Su alimentación suele consistir en hojas, pasto, pequeños arbustos y, en ocasiones, cultivos. Normalmente, allí donde la presencia humana es notable, sus hábitos son nocturnos, con una pequeña excepción en la época de celo, cuando muestran una mayor actividad a la puesta de sol y al amanecer. En sitios con menos presencia humana, sus hábitos pueden ser diurnos.

Fuera de la época de reproducción, los machos suelen vivir aislados, mientras que las hembras viven juntas en colonias.

El periodo de celo se inicia con la bajada de las temperaturas y las primeras lluvias después del verano, en septiembre y primeros de octubre. Los machos pelean entrechocando sus cuernas y emiten grandes berridos en lo que se llama la berrea. Durante este periodo, las cuernas alcanzan su mayor desarrollo.

Los grandes machos se pelean para medir sus fuerzas, marcar su territorio y conseguir un gran harén de hembras. Pueden pasarse horas haciéndolo, hasta que uno de ellos se da por vencido. Si pierden la batalla, pueden quedar apartados y muy debilitados, incluso pueden llegar a morir.

Las hembras, sin embargo, no se inmutan mientras dura la lucha. Quieren que sus crías tengan el mejor material genético y por eso se quedan esperando hasta que el más fuerte gana la batalla.

La berrea se ha convertido en una gran atracción para los amantes del campo, un gran plan turístico y fotográfico. Es un espectáculo natural, un momento único en el año, pero fácil de observar, puesto que los ciervos se vuelven diurnos y se muestran menos asustadizos con la gente.

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En Extremadura, en donde resido, uno de los mejores sitios para ver y fotografiar la berrea del ciervo es la finca El Millarón, en pleno corazón de la Sierra de San Pedro, en la que se encuentran grandes ciervos con un montón de hembras.

Fotográficamente hablando, es una de las mejores zonas de España para fotografiar al ciervo, con dehesas y sierras únicas y con luces espectaculares, de mañana y de tarde. La Finca es consciente de que se encuentran en un entorno único, por lo que se gestiona de manera sostenible y respetuosa para que todo fotógrafo, aficionado o profesional, pueda asistir a ella y disfrutar de este espectáculo único.


Yo voy todos los años, no me lo pierdo nunca. Es un espectáculo natural único, en el que disfruto de grandes machos pegándose, corriendo, berreando, y todo, en su entorno natural.
Otras zonas de Extremadura donde también se puede ver y fotografiar a los ciervos es el parque nacional de Monfragüe, el parque natural del Tajo Internacional, el geoparque de Villuercas-Ibores-Jara, Las Hurdes y la zona de la Sierra Grande de Hornachos, entre otros.

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4 comentarios en «La berrea del ciervo ibérico por Rubén Sánchez Pérez»

  1. En un lugar como este, la paciencia y el respeto son fundamentales. La experiencia de observar y fotografiar la berrea en un entorno tan bien conservado es, sin duda, una de las más gratificantes para cualquier fotógrafo de naturaleza. Sin embargo, es importante recordar que la mejor fotografía es la que se obtiene sin interferir en el comportamiento natural de los animales, permitiendo que la naturaleza se muestre en su estado más puro y auténtico.

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