Comentario
La técnica
El interior del hide es amplio y confortable, de hecho, es una casa prefabricada de madera. En el suelo insonorizado se puede colocar el trípode e incluso desplazarlo para buscar el fondo que deseemos. Para estas tomas empleo una focal de 400 mm f/2.8 que pesa bastante más de 5 kg, por lo que utilizo una rótula tipo Gimbal o balancín que permite buscar el centro de gravedad del equipo, por lo que resulta muy sencillo tanto moverlo como estabilizarlo.
La composición
El equilibrio en cualquier imagen, ya sea simétrico o asimétrico, es una formulación muy agradable para la vista. Es sin duda el principal valor de esta fotografía que nos ocupa, una imagen especular, un reflejo casi tan detallado como el propio original y entre ambos esa unión puntual lograda a través del pico del ave. Los colores de la piedra armonizan bien con los del fondo (una mezcla de amarillos y verdosos) y permiten resaltar mucho más el color gris azulado del colirrojo a la vez que combinan con el rojizo de su cola. El dramático desenfoque del fondo no permite apreciar detalles, sombras ni texturas, por lo que no nos distrae del sujeto. De esta forma, el borde lejano del bebedero se difumina y se funde con el fondo, dando la sensación de que la piedra y el ave están flotando.
En el momento de la toma se decidió desplazar el encuadre hacia la base, dejando más aire por encima del sujeto y menos en la base con el fin de dar una apariencia estable y de mayor peso, mientras que se dejó un espacio equidistante entre los márgenes de cabeza y cola.
A pesar de que el ave crea un ángulo, una diagonal dinámica e inestable, su propio reflejo contribuye a crear el equilibrio. La clave de esta imagen es, sin duda, la sorpresa visual que nos provoca el ave unida a su reflejo.